
Uno puede estar o no de acuerdo con los posicionamientos del director sobre la política militar exterior norteamericana (un servidor no lo está), sin embargo, dentro del cine comercial hay pocas voces de crítica y desacuerdo y esto hace del largometraje un proyecto valiente y congruente con la trayectoria de Redford. Los diálogos están bien construidos y los personajes trabajados; las escenas, aunque estáticas, mantienen el interés constante en el espectador.
La manera de exponer los puntos de vista del director es a través de dos situaciones de debate o discusión que no concluyen del todo, permitiendo a la audiencia sacar conclusiones propias (lo que particularmente agradezco). Sin embargo los productores no pudieron resistirse a incluir los estereotipos de guerra del cine gringo, donde los soldados son todo honor, todo entrega, toda humanidad, están dotados de nombre, familia y amigos; mientras que "el enemigo" no posee rostro, es poco más que un animal que lucha, con impulsos tribales y de absolutismo religioso, por la envidia que le causa modelo de vida occidental. Mucho me agradaría que los directores pensantes lograran trascender esto.

Aportación de Ernesto Silva.

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