Ahora vi un par de buenas películas.
La primera, la mexicana El Violín, que se filmó en 2005, y que desde entonces estuvo ganando premios en toda clase de festivales, pero no conseguía distribuidor aquí en su país. Y es una lástima porque se trata de una muy buena película.
El Violín trata del viejo Don Plutarco, un hombre manco que toca el violín para ganarse la vida, y que tiene que cuidar de su nieto porque su hijo anda metido con un grupo guerrillero contra el gobierno. Un evento inesperado hará que el viejo tenga que usar todos sus recursos para ayudarle.
Contar más de la trama sería arruinar las pocas sorpresas que contiene, y que forman parte del encanto. La anécdota es muy sencilla, y el director tiene que hacer un gran esfuerzo por estirarla para que dure más de hora y media.
Filmada en blanco y negro, la cinematografía, los movimientos de cámara, los paisajes y ángulos de visión, están muy bien trabajados, y hacen de El Violín un gusto para la vista. Aunque el ritmo de la película es semi-lento, nunca llega a aburrirnos (aunque está muy cerca por momentos).
Mi único gran pero son las escenas con las que comienza la película, que son demasiado violentas, y recuerdan mucho a los trabajos escandalosos de otras películas mexicanas. Afortunadamente este recurso de la violencia es desechado durante el resto del filme.
Cabe destacar que el protagonista principal no es un actor con experiencia, pero lo compensa con un gran carisma. Su inclusión en el reparto fue la cereza en el pastel que la hace inolvidable.
El Violín, sin ser un peliculón, nos muestra que se puede hacer buen cine, si se tiene mucha creatividad y una buena historia que contar.
La otra película es una obra del director Lasse Halstrom (director de Chocolate), que pasó sin pena ni gloria por las carteleras, y que sin embargo tiene un reparto multiestelar.
Una Vida Sin Terminar empieza con Jean Gilkyson (Jennifer López), quien deja a su actual novio harta de sus abusos. Para huir de él no encuentra un mejor lugar que el rancho de su suegro (Robert Redford), en el pueblo donde vivía. Su hija Griff desconoce que tiene un abuelo, y las razones de este secreto se irán develando poco a poco.
Lo más destacable de la película son las actuaciones. Robert Redford está muy bien como viejo vaquero amargado que odia a su nuera, pero muestra su lado compasivo cuidando de su viejo amigo Mitch (Morgan Freeman). El papel estaba ni pintado para Clint Eastwood, pero Redford hace una excelente imitación de aquel. Además que supongo que ver una vez más discutir a Eastwood y Freeman era demasiado (aunque hubiese sido extraordinario). Nuevamente Morgan Freeman sensacional, como un hombre que queda lisiado después de un ataque, y que sirve de conciencia para el personaje de Redford.
Jennifer López está a la altura, y complementa Josh Lucas en un papel de relleno, pero bien llevado.
La historia de redención y reencuentro de una familia resulta agradable e interesante, y quizá no gustó mucho porque eran demasiadas tragedias y demasiados traumas y demasiada testarudez en tan poco tiempo y en tan pocas cabezas. Pero bueno, no está mal para una tarde de domingo.
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