La súper producción hollywoodense, alimentándose de la polémica y las grandes ventas de la obra de Dan Brown, tiene todas las virtudes del libro, pero también todos sus defectos, y deja todavía vacante el título de la mejor película del verano 2006.
|
Título: El Código Da Vinci (The Da Vinci Code) |
Año: 2006 |
País: Estados Unidos |
Director: Ron Howard |
Reparto: Tom Hanks, Audrey Tautou, Ian McKellen, Jean Reno, Paul Betanny, Alfred Molina |
El filme ha tenido infinidad de críticas negativas desde su salida. Todas estas críticas provienen de personas que ya habían leído el libro (y por lo tanto sabían todo lo que iba a suceder en la trama) y, en su mayoría, de quienes no tienen muy buena opinión de la obra como tal. Y desde ese punto de vista, como decía, la película se apega demasiado al libro, haciendo más obvios sus defectos.
La prosa de Dan Brown es malísima, sus personajes están muy estereotipados y poco desarrollados, y la emoción de la trama está basada no en la acción, sino en mantener ocultos ciertos secretos. Por lo tanto, la película resulta plana, sin los altibajos propios de los thrillers de acción con las que uno la asociaría, y, peor aún, si ya sabes que va a pasar, puede que encuentres lento el desarrollo durante la mitad de la película; los personajes no están muy bien desarrollados y los actores tienen que luchar por hacer creíbles diálogos bastante malos o pretenciosos.
Sin embargo, hay que darle crédito a la producción y los actores por hacer una película más o menos entretenida a partir de un libro que, aunque ha muchos no les parezca, no resulta fácil de llevar a la pantalla.
En el libro, como comentaba, el suspenso está en que los misterios se revelan poco a poco, y de capítulo en capítulo, por lo que al ir leyendo te quedas “picado” en saber qué va a pasar en el capítulo siguiente. De ahí en fuera las persecuciones y los giros de tuerca son muy comunes por lo que no alcanzan para hacer una gran película. Y sin embargo, la película El Código Da Vinci tiene la suficiente acción y emoción para mantenerte interesado y entretenido, principalmente por una buena ambientación, oscura y misteriosa, y las estupendas y conocidas locaciones, en particular el Louvre, que le dan ese toque especial (lo que sí les reclamaría es que usaron una copia muy mala de la “Mona Lisa”).
Para una película más emocionante funcionaba mejor la otra novela de Dan Brown con Robert Langdon como protagonista: Ángeles y Demonios, donde hay una bomba en el Vaticano y una carrera contra el tiempo persiguiendo a un asesino por toda Roma. Ahora que ya se anunció su próxima filmación, habrá que esperar.
Por otro lado, mucha gente ha criticado o polemizado el libro por las teorías que vierte, principalmente su crítica a la iglesia católica. Yo no entiendo por qué el alboroto. En primer lugar, las teorías no son de Dan Brown, son de otros autores y él las retomó y adaptó a la historia que quería contar.
En segundo lugar, Brown aprovecha el vacío intelectual de nuestra sociedad y el gusto por el entretenimiento más cercano a la realidad. Si un autor nos da una historia completamente real, pierde el carácter de ficción y tiene que apegarse a los hechos; si nos da una historia completamente ficticia, se arriesga a que no todo el mundo esté interesado en ella; lo que lo lleva a hacer una historia con la suficiente realidad para captar nuestra atención y de ahí envolvernos en la ficción. El hecho de que mucha gente se lo crea sólo es muestra del vacío educacional, la ignorancia y el fanatismo. Brown usa el conocido arte de Da Vinci y le da una interpretación que le conviene, usa conocidos edificios históricos (como el museo del Louvre, la Catedral de Winchester, la Capilla Rosslyn, el Chateau de Villete, etc.) para que ahí se desarrolle su trama y hace referencia a documentos que existen, aunque su contenido sea dudoso. El resto es obra de la imaginación.
Como mencionaba, el estupendo cast de actores hace lo mejor que puede con el material disponible. Tom Hanks nos demuestra lo buen actor que es, poniéndose la piel de Robert Langdon y tratando de hacerlo creíble. Audrey Tautou, como la detective Sophie, sólo tiene unos cuantos momentos para lucirse, lo mismo que Jean Reno (el comisario Bezu Fache), y Alfred Molina (el obispo Aringarosa). Quien resulta sorprendente, como siempre, es Ian McKellen, como el excéntrico Sir Leigh Teabing, quién se desenvuelve con gran soltura y le da un toque de credibilidad a todas las especulaciones que salen de la boca de su personaje.
Para terminar haré una nota a nivel personal y menos objetivo. Como les comentaba al principio, la mayoría de los críticos ya sabían lo que iba a ocurrir durante la película, y eso les impidió disfrutarla en su verdadera dimensión. Una película de misterios en la que ya sabes cuáles son, no te sabe igual que cuando ignoras todo. Yo fui a verla con mi esposa, quién es muy exigente en cuanto el tipo de películas que le gustan y no había leído el libro, y quedó fascinada. Para ella no tuvo mucha importancia que la trama fuese plana, puesto que estaba intrigada por el misterio, le gustaron las locaciones, le gustó la manera en que se ocultan y descubren los enigmas, el contenido de los mismos, que se le hizo interesante, y por el final.
A final de cuentas es precisamente todo esto lo que ha cautivado a millones de lectores en todo el mundo. Para mí era la segunda vez que la veía, y siguió pareciéndome entretenida, aunque debo confesar que soy fan de todos los actores que conforman el reparto, y eso ya me predispuso.
Creo que podemos concluir que, si el libro te gustó, la película te gustará. Si le encontraste “peros” al libro, se los encontrarás a la película. Si el libro no te gustó, evita la película. Y si no has leído el libro, ésta es tu oportunidad de pasar un rato muy agradable y enterarte de qué se tratan todos esos misterios alrededor de El Código Da Vinci de los que están hablando todos los demás.